viernes, 5 de diciembre de 2014

lunes, 17 de noviembre de 2014

J. LISBON

J. LISBON

La verdad es que no sé por dónde empezar. Supongo que podría empezar diciendo que no me encontré a Joao en este camino. O que él no llevaba esta ropa puesta. Que fui yo el que le pidió que viniese antes de que el sol se fuese, y que también fui yo quien le llevó esta chaqueta, estos pantalones y este par de botas. En un momento en que tanta gente se cuestiona la permeabilidad de las publicaciones editoriales en las dinámicas comerciales, pensé que sería interesante esbozar la narrativa al contrario. Se me metió en la cabeza que tenía que crear un espacio comercial donde cualquiera que lo visitara se arriesgara a encontrar contenidos genuinos e informativos. Se me metió en la cabeza que tenía que gestionar una tienda sin olvidar como había gestionado este blog.

Estuve en lugares tan diferentes como Madrid, Londres, Florencia, Felgueiras, Vila Nova de Famalicão o Charneca do Lumiar (zonas industriales de Portugal que la mayor parte de los portugueses ni siquiera conoce). Encontré  imágenes de este blog en los mood boards  de marcas extranjeras (donde las reuniones no fueron mal) pero también me dieron largas y palmaditas en la espalda (después de reuniones que no fueron tan bien). Y hoy, justo el día en que sacrifico la pureza editorial de este blog, en pro del negocio cuya creación no sería posible sin el blog que hoy se sacrifica, os presento el negocio que no podría existir sin este blog. Porque después de todo, son frases idiotas como esta las que seguiréis encontrando en ese negocio. Porque después de todo, igual que aquí, encontrareis calles de Lisboa, modelos que no son modelos, reportajes caseros e imágenes sin retocar. Y, de forma general, la identidad visual que quedó inmortalizada en ese universo de retratos ahora conocida como street style. El registro visual que, llevado por toda una dinámica online, transformó hombres comunes en iconos de estilo e hizo de retratos de la vida cotidiana inspiraciones a escala global.


Es justo eso. Una tienda de ropa. Una tienda de ropa de hombre. Una tienda de ropa que, fruto de estos 5 años de Alfaiate (versión original en portugués del Sastre), descubre que es posible ofrecer una prueba real del producto a través de internet. Que es posible esbozar un proceso online para descubrir productos que no termine en la imagen de un tipo de medidas estandarizadas y cabeza cortada, fotografiado contra una pared en tono pastel. Que es posible descubrir un producto por los mismos patrones y contextos visuales en los que tendremos que convivir con él. Que es posible leer una reseña escrita por alguien que, mucho antes de sentarse a recitar información sobre un producto, lo haya calzado o vestido. Y que es posible asegurar el control de todo esto mientras me ciña a la realidad masculina. Tanto es así que, antes de asegurar su venta, compré la chaqueta que Joao lleva puesta al diseñador que la creó. Tanto es así que, antes de soñar con escribir este blog, ya usaba yo esos pantalones. Por eso digo que miro este negocio como si fuera el Alfaiate. El blog que inspiró un negocio. Un negocio llamado J. LISBON. Un negocio que espero sea de vuestro agrado. Porque, por mucho que este convencido de vuestro interés (y este blog me ayudó a comprender que la aprobación más importante somos nosotros los que la atribuimos) nada de lo que diga yo ahora mismo supera unas buenas palmaditas en la espalda. Aquí esta J. LISBON de primera mano

lunes, 29 de septiembre de 2014

lunes, 22 de septiembre de 2014

Cristina

Cristina

Como en cualquier proyecto siempre hay por lo menos dos formas (o tipos ideales) de afrontar las cosas . Por gusto o hasta el agotamiento. Incluso si hubiese optado por la segunda habría sido difícil que, en alguna situación, no hubiese experimentado aquella sensación frustrante de  pensar "Me habría gustado tanto hacer esta foto". 
Me decidí por la primera de las opciones  lo cual, si bien por un lado promueve mi pasión por este oficio como motor de todo el proyecto, por otro…. abre un hueco al coste de oportunidad. El irritante coste de pensar en todas las oportunidades que perdí de fotografiar a personas que me hubiese gustado que estuvieran aquí. Personas que no fotografié porque decidí que el proyecto me debía servir a mí y no precisamente al contrario y, en aquellos días como en tantos otros, había sentenciado que mi felicidad no pasaba por salir de casa cámara en mano. Claro que la ecuación de mi felicidad personal cambió radicalmente en el momento en que vi a Cristina. Por suerte, había acabado de pasar junto a una pareja de enamorados a quienes había expresado mi sorpresa por el equipo que estaban utilizando para hacer fotos y, con la caradura de siempre, volví y les pregunté: ¿Os importa que pruebe vuestra cámara  con Cristina?


(esta y otras imágenes de este mismo momento pueden verse aquí)

lunes, 15 de septiembre de 2014

jueves, 19 de junio de 2014

Les dije:

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No vine aquí para hacer fotos pero tenía que hacer esta

lunes, 19 de mayo de 2014

lunes, 28 de abril de 2014

lunes, 7 de abril de 2014

lunes, 24 de febrero de 2014

lunes, 17 de febrero de 2014

lunes, 20 de enero de 2014

Pitti Uomo (Michael, day-by-day)

Michael day 1
Michael day 2
Michael day 3
Michael day 4

Fui por primera vez a Pitti Uomo. Una marca me pidió que hiciese fotos de todo el ambiente. La feria es brutal, hay marcas interesantísimas y visitantes también. Pero confieso que me sentí abrumado por tantas cámaras, lentes y fotografías. Tanto es así que lo que menos me apetecía hacer allí era fotografiar a nadie. Como si todo aquello estuviese, de alguna forma, en las precisas antípodas de momentos como este o aquel. Como si todo aquello desconociese que es posible, de verdad, encontrar gente inspiradora en los sitios más inusuales. En cualquier lugar del mundo donde a quien quiera que abordemos verdaderamente extrañe nuestra petición. Incluso llegando a desconfiar de ella. Pero que después de 30 segundos de conversación y una sonrisa genuina acabe por dejarse fotografiar por un extraño. Cuando vi a Michael junto a aquellas escaleras, pensé que era una de las pocas imágenes que podría haber sido tomada lejos de aquella confusión, de todo aquel bullicio, de toda aquella feria de vanidades con pelos en la cara . Y cuando, al día siguiente, le vi otra vez allí, entendí que todavía quedaban por capturar un par de  momentos más y le dije:
– Creo que resultará difícil de creer pero tus fotografías son las únicas que quiero para mi blog.
Sólo él, en cada uno de los días que la feria duró. Sin pompa, ni circunstancia, ni la más leve edición. Sin esperar siquiera a que desocupasen la escalera. Sólo él, en las escaleras que conducían al stand de la marca de la que forma parte