Fue con Luigi cuando sentí esto por primera
vez. Sentí algo diferente. Sentí que tendría
que pasar mucho tiempo hasta volver a ver a alguien así. No se trata simplemente de ver a alguien bien vestido.
Hay
un mayor sentido de la estética de algunas personas. Porque en el fondo eso es
lo que yo fotografío. Lo me parece bello. Sin mierdas ni preceptos.
Alguien el otro día preguntaba,
con una indelicadeza delicada (la menor de todas), si no me causaba aflicción centrarme
en temas tan superficiales. Le pregunté, no por los motivos que le llevaron a
comprar el reloj que tenía en la muñeca o el coche que había aparcado a mi lado,
sino porque – en esa reunión de amigos alrededor de la nacido vivo que exhibía – el
único comentario que había hecho cuando tomó al niño en sus brazos había sido
sobre su belleza. Le pregunté (empleando el mismo precepto retórico el había
aplicado conmigo) si, frente a algo tan bello como el nacimiento de un ser, no
sería algo superficial compartir su felicidad con la pareja amiga con una apunte
estrictamente estético. Y me di cuenta, para hacerle sentir esto, han utilizado
la palabra "bello". Y le dije, en un tono semi-condescendente,
semi-trocista:
-Perdóname. No tengo
remedio.
La belleza puede encontrarse en el momento en que acabamos de lavar nuestro coche, hacemos la cama, recogemos la porquería de la habitación o preparamos la mesa para recibir a nuestros invitados. Podemos encontrarla en un beso, un abrazo o incluso en un tono de voz melodiosa que parece acariciarnos la piel.
Yo encuentro lo bello siempre que
cojo a un recién nacido. No porque encuentre en aquellos pequeños seres de piel
arrugada la mejor fórmula para una armonía pictórica sino, simplemente, por lo bello
que es posible encontrar en el encuadre de aquella criatura en las manos y la
presencia, desenfocada, en un segundo plano de la imagen concebida por mi
propia retina, de la sonrisa de sus padres. Siento lo hermoso hasta cuando
escucho “Sinais”, la crónica diaria de Fernando Alves, en las mañanas de TSF. Pero
podemos sentirlo también, como sucedió conmigo, en el momento que nos cruzamos
con alguien y sentimos que hay algo más en esa visión. Y eso fue lo que sentí
cuando vi a Susana, a Luigi y a tantos otros. Sentí que había allí algo más grande. Mucho más grandeLa belleza puede encontrarse en el momento en que acabamos de lavar nuestro coche, hacemos la cama, recogemos la porquería de la habitación o preparamos la mesa para recibir a nuestros invitados. Podemos encontrarla en un beso, un abrazo o incluso en un tono de voz melodiosa que parece acariciarnos la piel.
4 comentarios:
Fantástico...
¡¡Que guapa!!
Por cierto vuestro libro tiene una pinta estupenda ¿no lo tenéis en castellano?
Besos.
Como dijo Shakespeare: “Quítenle al hombre lo superfluo y le quitan la humanidad.”
Preciosa la foto, como la fotografiada y su vestimenta, aúna belleza y elegancia sin esfuerzos, es un lujo para la vista.
Buen blog por cierto, ya llevo algo más de un mes ojéandolo y siempre hay fotos interesantes.
Que sigas con esta búsqueda de la belleza tan bonita.
Un saludo, Pablo.
Acabo de caer por aquí mientras estaba en mi escritorio, intentando relajar mi mente unos minutos de entre tanto trabajo... Y he sentido q tenía que leer lo que escribías, no sólo quedarme con tus fotografías - como normalmente hago cuando miro blogs - Y q afortunada de haberlo hecho. Además de captar imágenes estupendas has captado mi atención, y eso para mi, es suficiente. Sigue así, te felicito. Un saludo,
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