Un calor abrasador, de ese que no se aguanta a más de 10 metros del mar. Bajo con Gonçalo, recuerdo a David y a Alfonso que les dejo la máquina envuelta en la toalla y me encuentro con Mercé tumbada con los ojos cerrados, los párpados fijos en el cielo, el cuerpo humedecido por el agua salada que sube y baja, y las manos enterradas en la arena. Susurro “Gonçalo” y le señalo con la vista el cuerpo de Mercé, allí abandonado:
– Joder – murmuramos a coro.
"¿Por qué no la fotografías?" Me pregunta. Intento explicarle que mi “lata” conoce límites, y que sugerir a una mujer semidesnuda que se deje fotografiar para una publicación donde se espera que la ropa sea el tema central, podría hacerme parecer una persona (muy muy) mala. Él me viene con la retórica que sabe que tanto me gusta "pero tu blog no es sólo de ropa" y empiezo a mandarle a paseo, cuando comienzo, yo mismo, a ceder ante su idea -porque los mejores amigos son precisamente, quienes tienen la presunción y la legitimidad para limarnos el juicio hasta hacernos aquello que ellos entienden es lo mejor para nosotros- y a recordarme a mí mismo que son momentos como estos los que me pican. Que fue por momentos como este, por los que comencé este blog.
Y la verdad es que, si invitar a extraños a hacerles una foto podría sonar extraño, pasar a hacerlo por sistema lo trasforma en casi mundano. Se coge el hábito, se mejora la forma y el hecho, y con más acierto o menos acierto, comienza a ganar aires de rutina. Y como con tantas otras cosas en la vida voy experimentando y probando para que, mi existencia – al menos aquí – no caiga también en un hábito. Y fue lo que hice.
Aquello que, precisamente, me apetece hacer siempre. Salir de la rutina, ponerme nervioso como cuando besé por primera vez a alguien, con quien pensé que podría estar (¿para siempre?), como cuando me presenté ante el Presidente de la Comisión Ejecutiva de mi empresa para decir algo tan estúpido como "Tengo un blog", como cuando pensé que era la última vez que el anormal de 7ºC me incluía en el lote de los novatos los que repartía leches gratuitamente y le metí dos leches en los morros delante de toda la clase (y me fui directo a casa con un ojo morado y con la nariz sangrando) o como en tantas otras ocasiones que hice lo que fuera para, en resumidas cuentas, no tener otro propósito mayor que hacerme sentir vivo. Y cuando decido hacer cada una de esas cosas que me hacen sentir que transciendo... parece que siento como huye de mí el cuerpo, como la sensación de esa montaña rusa que nos hace perder el pie, el estómago y todo lo que tenemos con seguridad agarrado al cuerpo. Y lo más curioso (o tal vez lo más obvio), es pensar en la persona concreta por quién grité en cada uno de esos momentos en que entré en un parque de atracciones para sentir la adrenalina en el cuerpo:
– Mi madre.
Fue a ella a quién busqué siempre que sentí miedo, siempre que sentí que mi frecuencia cardiaca me obstruía la audición. Es a ella a quien se busca, de niño, en el momento en que se dirige la palabra al amor pueril de la habitación de al lado, cuando, siendo un adolescente, se traga en seco antes de besar a la primera chica, o cuando más tarde, nos estrenamos al desvestir a otra. La mismísima persona en quien pensamos en cualquier otro momento en que trascendemos, ya sea en nuestra vida personal, profesional o en cualquier otra. Como cuando me acerqué a Mercé y le dije "Hola" mientras mentalmente, empezaba la cuenta atrás ya que de un momento a u otro, descendería de la toalla un tío de 2 metros con muchas ganas de partirme la cara.
No sé si este
retrato será moda... si será vuestra moda. Es seguramente la mía. Mi moda no es
nada más que mi propia percepción de lo bello, de los estímulos visuales,
empíricos, emocionales o incluso, puramente psicológicos y sociales. Y si las
dudas me asaltaron, en cómo, este momento era un momento especial, las despejé
cuando, en la despedida, Mercé me dijo (y sólo entonces me di cuenta):
– Mañana seré
madre.
Y, ahí perdí el
miedo. El miedo a publicar esta imagen. La última imagen que me lo debe causar.
La imagen de una mujer que es moda. No sé si la vuestra pero, seguramente, mi
moda
6 comentarios:
Hay que agradecer a Gonçalo la sugerencia que te hizo. Y por supuesto a ti, por aceptarla. Resultado: una divinidad de fotografía. Mi enhorabuena a Mercé si ya ha sido mamá. Y mi enhorabuena a ti por este post tan fantástico. Un saludo.
Me encanta leerte por que tienes algo en la forma de hacerlo, que lo hace muy especial y se me hace raro escribirte ahora algo porque mis palabras no están a la altura.
Sigue haciendolo como lo haces porque nos dejas maravillados a todos y sí, ella es moda.
Por extensión el término "Moda" lo aplico también al gusto literario y artístico de este momento.
Porque es así que la "Moda" adquiere VALOR.
MAGNÍFICO!!
Susana Fialho. :))
Preciosa Mercè.
"no sé si este retrato será moda... si será vuestra moda. Es seguramente la mía. Mi moda no es nada más que mi propia percepción de lo bello, de los estímulos visuales, empíricos, emocionales o incluso, puramente psicológicos y sociales. "
Qué bonito! sin duda una foto y un texto preciosos.
Y cuando transciendes, entonces el cerrojo de tu cuerpo deja de hacer su función y libre recuerdas el porque de la alegria , el porque del corazon .
Yo también supe 24 horas antes q iba a ser madre por primera vez. Cosas de la biologia y de las normas sanitarias actuales ...y la plenitud de esa imagen me enternece , me transporta a aquel momento en el que yo y mi primer hijo eramos solo uno , en las últimas 24 horas en las que nuestro corazón latia al unisono , en las 24 horas previas al inicio del resto de mi vida . Lo que la biologia rompio , el amor más infinito lo reconstruyo . Las noches en velas, las sonrisas robadas, esa diminuta mano sobre la mia , y esa profunda mirada con la que mi hijo arrasaba y arrasa mi corazón hizo el milagro de volver a unirnos con el lazo invisible de la vida . Ese lazo que te hace gritar Ahy madre cada vez q la vida te sobrecoge. Felicidades por saber mirar como miras y felicidades por encontrar las palabras para compartirlo.
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